Escucha Activa: La Enseñanza de las Tres Vasijas

Escucha Activa: La Enseñanza de las Tres Vasijas

Déjalo todo y escucha. O, en este caso, lee con atención. Es fácil decir o escribir estas palabras, pero en medio de las prisas y distracciones de la vida diaria, puede parecer imposible ejecutarlas. Por eso es necesario explicar y desarrollar la Escucha Activa.

Es comúnmente sabido que escuchar difiere de oír. Escuchar implica un acto volitivo de atención que nos permite distinguir entre los fenómenos sonoros, mientras que en el acto de oír, esta atención está ausente. Desglosando el asunto, nos damos cuenta de que en el acto de escuchar existen dos partes: quien habla o lo que se dice, y quien escucha.

En este texto nos centraremos en comprender y desarrollar las habilidades del oyente, dejando para un texto posterior las del narrador. Nos referimos a escuchar como un arte porque es una habilidad que, para desarrollarse, exige constancia y esfuerzo, y con las indicaciones correctas puede mejorarse continuamente, al igual que la pintura o tocar la guitarra.

Beneficios de Desarrollar la Escucha Activa

¿Cuáles son los beneficios de desarrollar la escucha activa o una escucha atenta? En primer lugar, nuestra capacidad de comprensión de lo que se nos dice se incrementará a medida que pongamos más atención. Esto nos ahorra tiempo en comprender los objetivos ajenos y definir los propios. Al escuchar atentamente, entenderemos mejor las necesidades de nuestros interlocutores, lo que facilita plantear soluciones a sus problemas. Seremos percibidos como personas confiables, ya que al permitir que los demás se expresen libremente, generamos confianza. Esta es, después de todo, la premisa fundamental de las psicoterapias.

Las Tres Vasijas del Budismo Tibetano

Estas indicaciones para desarrollar nuestra capacidad de escucha activa provienen de la tradición del budismo tibetano y son las primeras recomendaciones para quienes desean recibir enseñanzas. Aunque suena complicado, estas enseñanzas son instrucciones sobre la forma correcta de escuchar. Tradicionalmente, se conocen como las tres vasijas o los tres recipientes.

1. No Seas como una Vasija Boca Abajo

Desde las épocas de las cavernas, el conocimiento se ha transmitido mediante la oralidad. La repetición de historias y narraciones sigue siendo una fuente confiable de información y transmisión de tradiciones en sociedades ágrafas. En nuestra sociedad actual, hemos añadido los textos escritos a la transmisión oral, por lo que todas las instrucciones para escuchar correctamente incluyen la lectura adecuada.

Todos hemos estado en situaciones en las que nuestra mente divaga mientras otros hablan, como durante una clase difícil en nuestra juventud o en la iglesia con nuestros padres. Esta falta de atención es a lo que se refiere la metáfora de la vasija boca abajo. Esta conducta es antagonista a la escucha activa, por lo que debemos evitarla. En cuanto notemos que nuestra mente divaga, con disciplina y voluntad, debemos traer nuestra atención al presente y concentrarnos en lo que se nos está diciendo.

2. No Seas como una Vasija con un Agujero

Una vasija con un agujero en la base no soporta el esfuerzo de ser llenada. Mientras intentamos llenarla, por un lado, perdemos contenido por el otro. La expresión popular “le entra por una (oreja/oido) y le sale por la otra” ilustra este mal hábito.

Para evitar este error en la comunicación, se sugiere poner atención absoluta a las señales de comunicación, especialmente a la comunicación no verbal si nuestro interlocutor es una persona. Los pequeños rasgos al expresarse, el movimiento corporal, el tono de voz, la entonación y los gestos faciales son un universo de mensajes listos para ser interpretados por una mente atenta.

El descubrimiento de Albert Mehrabian en los años 70 revela que solo un 7% de los mensajes se transmiten por palabras, el 38% mediante el tono de voz y un 55% a través del lenguaje corporal. Esto demuestra la importancia de poner atención no solo a lo que se dice, sino a cómo se dice.

3. No Seas una Vasija Sucia

En la era de las redes sociales y las cámaras de eco, experimentamos un constante refuerzo de nuestras opiniones y una necesidad de expresarlas constantemente. Esta tendencia a sumergirnos en nuestros propios criterios y no dar la oportunidad de escuchar atentamente la perspectiva de otros es la falta conocida como la vasija sucia. En esta, el líquido más puro queda contaminado por no haber limpiado correctamente el recipiente. Si vemos nuestra mente como un recipiente, para practicar la escucha activa es necesario vaciarla de vez en cuando de nuestros prejuicios y poner atención a nuestro interlocutor. Debemos permitirnos la oportunidad de flexibilizar nuestra mente ante otras ideas para reflexionar adecuadamente sobre ellas posteriormente.

Conclusión

Desarrollar el arte de la escucha activa requiere práctica y dedicación, pero los beneficios son inmensos. Al seguir las enseñanzas de las tres vasijas, podemos mejorar nuestra capacidad de atención, comprensión y conexión con los demás, convirtiéndonos en oyentes más efectivos y personas más empáticas.

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